Solo conté veinte eneros

cuando mi vida cambió,

sobreviví a un mal encuentro

que a nadie le deseo yo.

Diciembre nueve del trece

un lunes casi a las ocho

dos hombres muy bien armados

me subieron a su moto,

y me dijeron sin culpa

a ti ya nadie te ayuda.

En un hotel me atacaron,

fue mi inocencia y mi cuerpo,

pero jamás arrancaron

la valentía de mis huesos,

al descuidarse un momento

a un agresor dejé muerto.

No me arrepiento de nada

me defendí con la vida,

mi calidad fue cambiada

de víctima a detenida,

se me nublaron los sueños,

así siguió el gran tormento:

La Navidad más oscura,

la Noche buena más triste,

de Santa Martha a Tepepan

son las distancias más grises.

El Año Nuevo fue amargo

no me abrazó mi familia,

lloré y lloré entre las presas

casi me quedo sin fuerzas,

cómo dolieron los días

en el lugar de las rejas.

Afuera del reclusorio

mi padre fue mi esperanza,

siempre juntito a mi madre

que me enseñó la confianza,

por ellos y mi abogada,

hoy duermo libre en mi cama.

Hoy que despierto acá afuera

que mi dolor me transforma,

lucho por todas las otras,

que defendieron su historia,

su libertad es la mía,

todas merecen memoria.

La Navidad más oscura,

la Noche buena más triste,

de Santa Martha a Tepepan

son las distancias más grises.

El Año Nuevo fue frío,

no tuve fiestas ni vino,

pero sí tuve el cariño

de quien gritó por mi ausencia,

para que atrás de las rejas

haya justicia y conciencia